Adolfo Navarro-Sigüenza: PAJAREANDO CON EL PRESIDENTE

 


El autor, Jimmy Carter y Luis A. Sánchez (Howell). CDMX 2021.
    


Hace unos días presencié en las noticias un pequeño video sobre el funeral de estado de uno de los más carismáticos, y a mi gusto mejores, presidentes de los Estados Unidos, Jimmy Carter. Este funeral reunió a expresidentes de ese país, y a un sinnúmero de personalidades internacionales que rindieron homenaje a esta destacada figura de la historia mundial (no cualquiera recibe un Premio Nobel, ¿verdad?). A diferencia de otros muchos eventos que involucran jefes de estado del mundo, futuros, presentes y pasados, este que acabo de presenciar tocó algunas fibras personales.

    Corría el año de 2000, que en la memoria de los universitarios queda marcado por el fin de una de las huelgas más largas que la UNAM ha vivido, iniciada en 1999 y que fue terriblemente desgastante para toda la comunidad universitaria, que era un símbolo de la situación difícil del país, y que transformó nuestra manera de vivir en la universidad. No mentiré al decir que todos estábamos tensos y a la defensiva, ávidos de volver al trabajo, pero recelosos hasta de nuestra sombra. Una llamada telefónica de Angélica Narváez, una estimada colega de la Oficina de Ciencia de la Embajada de Estados Unidos en México: “Adolfo, necesito pedirte de favor que acompañes a alguien muy importante a observar aves”. La verdad, no me pasaba por la mente de quien se trataba, y le dije, burlón como acostumbro: “mientras no sea Bill Clinton (el entonces presidente de los EEUU en funciones)”. No, me dijo “es Carter”. Neta… como dicen los jóvenes, pensé que era broma. Luego… pavor. ¿Quién era yo para tener ese honor?

    Cabe mencionar que Jimmy Carter era ya bien conocido por su labor en pro de la naturaleza. Fue de los pioneros en desarrollar políticas de protección de la naturaleza, el uso de energías limpias y la preocupación por el cambio climático. Además, era un avezado observador de aves y promotor y participante de los conteos de Navidad y de Aves Anidantes en el estado de Georgia. O sea, no solamente es un expresidente de Estados Unidos, ¡es un notable ambientalista y pajarero! Ataque de ansiedad.

    Para no alargar el aspecto psicológico, empecé a recibir algunas indicaciones de seguridad y protocolo. Recibí en mi oficina a un trajeado agente del Servicio Secreto de los EEUU (2 m de alto y parecía que lo mismo de ancho) preguntando quién fregados era yo, a dónde íbamos a ir, si era el lugar adecuado y que había que recorrer el lugar previamente por seguridad. Elegimos el Jardín Botánico de la UNAM, la mejor zona para ver aves en la CDMX a mi gusto, y le pedí a mi colega Luis Howell (experto pajarero) que nos acompañara (¡no la fuera yo a regar en una identificación enfrente del presidente!). Después de un par de días de organización logística, yo les pedí a los de la embajada discreción en la visita, recordando que acababa de terminar una huelga con el ingreso de la Policía Federal a la UNAM, y los ánimos caldeados de la comunidad podrían no estar felices con la visita de un expresidente de los Estados Unidos al campus. Ellos me dijeron… “no se preocupe doctor”.

    A las seis de la mañana del día elegido, muy formaditos el entonces director del Instituto de Biología, Héctor Hernández, un grupo pequeño de autoridades del IB, algunos miembros del equipo de seguridad de Carter y los dos pajarólogos despistados, esperamos la llegada de la “discreta comitiva” al campus y a la entrada del Jardín Botánico: como seis motocicletas de la policía con las luces estroboscópicas prendidas, tres limusinas negras con la bandera americana, y más motos atrás. “Creo que ya llegó” pensé.

    Lejos de la parafernalia del transporte, baja de uno de los vehículos una pareja de personas mayores con sus binoculares: James y Rosalynn Carter. Saludos, bienvenidas y honores breves, y vamos a ver aves. Bueno, las aves eran las menos felices durante ese recorrido, pues la enorme comitiva recorrimos el circuito central del Jardín Botánico viendo aves mexicanas, varias endémicas y haciendo bastante ruido. Uno de los ruidos más valiosos de mi vida, charlando con el matrimonio Carter. Recuerdo que Rosalynn me contaba de un programa de ayuda a niños de las zonas de África atacadas por la hambruna, que estaba echando a andar: “ya tengo involucradas a varias primeras damas y tres reinas”, me dijo. Siempre he dicho que yo solamente traía par de cincos… Definitivamente una experiencia de vida e inolvidable, hablando con personajes de la historia mundial.

    Un poco después, en el 2001, la estimada Angélica de la Embajada vuelve a marcarme. “Adolfo, viene otra vez Jimmy Carter, quiere ir a ver aves contigo de nuevo.” Ataque de ansiedad. Pero ahora ya estaba más curtido, y preparado para llevar al Howell también por si la vergüenza. Como Carter tenía menos tiempo, fuimos a ver aves al Bosque de Chapultepec. Esta vez la cita fue en la suite presidencial de un elegantísimo hotel en el Paseo de Reforma. La comitiva fue similar, varias motos de la policía adelante, limusinas, más motos atrás. Pero ahora… ¡íbamos adentro de una de las limusinas sentados con Carter! Bueno, además íbamos saludando al público pues el tráfico en Reforma fue detenido. ¿Quién va allí? Se preguntaban seguramente los transeúntes. ¡Pues el Fofuchas y el Howell. 

    La caminata fue muy agradable, sencillamente Jimmy Carter, el agente que servía de su guardia personal de toda la vida, y nosotros. Desde luego que había un buen número de agentes estadounidenses alrededor, invisibles para nosotros. Otra vez charlamos de muchas cosas, vimos varias aves, y saludamos a los sorprendidos madrugadores que pasaban corriendo por allí y lo reconocían. Les contestaba los saludos con la mayor sencillez. De vuelta al hotel, nos hizo unos regalos y nos agradeció la compañía. See you soon.

    Ya no hubo otro pajareo. Conservo y atesoro en mi biblioteca el libro que Carter el amante de la naturaleza escribió “An Outdoor Journal” y que me obsequió en esa segunda visita, firmado con un “Gracias”. Esa era la simpleza y humildad de unas personas que me hicieron el honor de compartir con ellos un par de caminatas matutinas, disfrutando simplemente observar a las aves, de saludar a los paseantes y hablar de las cosas más mundanas (como lo que desayunaba) y de las más importantes para el planeta, como la pobreza y la destrucción de la naturaleza. Al final, Carter era un extraordinario ser humano, que tuvo la chamba más importante del Mundo, y que con sencillez y dignidad dedicó su vida a tratar de que este planeta funcionara correctamente, y que sus habitantes humanos y no humanos, tuvieran una vida mejor.

    Presidente Carter… Gracias.


Adolfo G. Navarro-Sigüenza

Curador de la Colección de Aves, MZFC


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