Óscar Flores-Villela: MI RELOJ ES EL MEJOR

 





Hace muchos años a principios de la década de los 1990’s, organizamos varios viajes de recolecta del Museo de Zoología de la Facultad de Ciencias (MZFC). En aquellos años teníamos la maravillosa oportunidad de hacer proyectos exploratorios en conjunto todas las áreas del MZFC. Ya habíamos tenido la experiencia de trabajar en la famosa localidad de Omilteme (Parque Estatal en aquella época) y luego en la Sierra de Taxco, ésta última localidad, en conjunto con el personal del Herbario de la Facultad. En aquella ocasión realizamos varios viajes de exploración y recolecta, a una de las localidades que posee una de las mayores biodiversidades del país, en un gradiente altitudinal que va de la Planicie Costera del Golfo de México al Cerro Pelón y luego baja a los valles centrales de Oaxaca, La Sierra de Juárez.

Nuestro viaje, inició en la ciudad de Tuxtepec, Oaxaca al norte de dicha sierra. La recolecta de especímenes para las colecciones del MZFC inició en esa localidad. Cada uno de los equipos del museo escogió sus puntos de recolecta de acuerdo a las técnicas y hábitos de cada grupo y trabajábamos juntos la fauna de cada localidad, pero separados por nuestras disciplinas.

El equipo de recolecta de los herpetólogos, estaba integrado por Antonio Muñoz Alonso, mi primer tesista de Licenciatura en el MZFC, que había trabajado en el proyecto del Parque Ecológico Estatal de Omiltemi y el que escribe esta historia. De acuerdo con los hábitos de estos animales, la recolecta se hace de día para la mayoría de los reptiles y principalmente de noche para los anfibios. Es muy importante tomar la hora exacta de la recolecta y anotar la actividad del individuo. Toda esta información nos permite a los biólogos conocer más acerca de los hábitos de las especies a lo largo de su distribución.

Ya teníamos al menos un día o dos recolectando ejemplares, varias especies de lagartijas, unas serpientes y varias ranas. Por las noches preparábamos los ejemplares y trabajábamos en nuestro diario de campo y catálogo de recolectas. En aquella época, yo no tenía una buena cámara para fotografiar ejemplares, práctica que es muy usual y que es para sacarle más información a cada ejemplar que se recolecta, ya que al preservarse los ejemplares en líquido (en aquellos tiempos usábamos formol al 10%), el color natural de la mayoría de los ejemplares se pierde.

Trabajando en condiciones de campo, y con los recursos limitados con los que contábamos, no podíamos pagar muchas comodidades de hospedaje y alimentación. De hecho en muchas ocasiones acampábamos y no teníamos acceso a un baño.

En el tercer día de recolecta, estuvimos buscando ejemplares para recolectar a la orilla del río Tuxtepec. Ya habíamos tenido mucho éxito la noche anterior a la orilla del río, encontrando unas especies de ranas, serpientes que bajaban a tomar agua y algunas lagartijas dormidas en los arbustos de las orillas. Tuxtepec es una localidad con clima tropical y la temperatura del ambiente empieza a subir rápidamente conforme avanza el día. Como a eso de las 11:00 hrs, ya el calor nos estaba agotando. Además los organismos de hábitos diurnos se encuentran muy activos y la recolecta de los mismos se hace muy difícil. Sudados, un poco hambrientos y asoleados, decidimos que lo mejor que podíamos hacer era meternos al río a refrescarnos un rato, y darnos un buen baño, luego regresar al campamento base a comer, para volver a salir al empezar a oscurecer y continuar la búsqueda de ejemplares.

Me parece importante resaltar que hoy en día un celular en campo no sólo te da la hora exacta, las coordenadas y la fotografía del individuo, también te permite consultar una clave o una guía y hasta mandarle la información a tus colegas que se encuentran al otro lado del mundo. En aquella época yo tenía un reloj de pulsera marca Casio, a prueba de agua a 50 m. Relojes muy comunes y que desde los años anteriores yo usaba para la ciudad y el trabajo de campo, por su resistencia a la humedad y el agua. Este reloj me había sido muy útil en el trabajo de campo en el río Lacantúm, Chiapas en el trabajo con tortugas de agua dulce, pues se necesita meterse al agua a poner trampas y luego sacarlas para recuperar las tortugas y peces que caen en las redes.

En los días anteriores, Toño Muñoz, que había visto mi reloj, llego al viaje de campo presumiendo otro reloj que acababa de adquirir, un reloj más abultado y que marcaba que era a prueba de humedad y agua a 500 m. Toño y yo teníamos una especie de pique, de cuál reloj era mejor para el trabajo de campo, Toño no dejaba de alardear que su reloj era mucho mejor que el mío, pues además de ser más grande era a prueba de agua a 500 m.

Cuando decidimos darnos un chapuzón en el río Tuxtepec, Toño vio la oportunidad de enseñarme cómo su reloj era el mejor. Nos quitamos las botas de campo y la ropa, y en ropa interior nos metimos al río a refrescarnos. Yo me adelante a la parte más profunda para sumergirme y dar unas brazadas, cuando de repente empiezo a escuchar los quejidos y mentadas del Toño. Como de rayo se salió del agua y empezó a observar su maravilloso reloj. Yo también me salí del río para preguntar qué estaba pasando. Toño no dejaba de quejarse, casi con las lágrimas a flote sin dejar de ver su reloj de pulsera. Le pregunté -¿qué pasa?, -“mi reloj está lleno de agua”- me contesto con voz triste. Le tomé la muñeca y vi que el reloj efectivamente se había llenado de agua y había dejado de funcionar. -“¿En dónde compraste el reloj?”, pregunté, -“en Tepito” me replicó. No pude más que soltarme a carcajadas y burlonamente de dije “ya ve como es babosón, no leyó bien las instrucciones del reloj, seguramente decía 500 m, pero lejos del agua”.

Oscar A. Flores Villela.

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